lunes, 28 de mayo de 2012

¿De qué igualdad estamos hablando?

Columna Diario Financiero Esta semana tuvo lugar en la sede de la OCDE en París el foro anual del club de los países más ricos del mundo. La pregunta central del encuentro fue la siguiente: ¿Cómo pasar de la indignación y la desigualdad a la inclusión y la integridad? El llamado, por su parte, fue a avanzar hacia un crecimiento económico inclusivo. La agenda del foro estuvo marcada por el tremendo desánimo que se vive en el viejo continente. La confianza en el marco institucional y en la capacidad del sistema político para hacer frente a la recesión, a los altos niveles de desempleo, a las movilizaciones sociales, y a indicadores como el crecimiento y la desigualdad están hoy seriamente cuestionados. Datos de los países OCDE nos muestran que en las últimas décadas la desigualdad de ingresos ha aumentado, y la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen se ha acentuado. En 2008, la OCDE publicó un reporte titulado “Growing Unequal”, relativo a la distribución del ingreso y la pobreza en sus países miembros. El año pasado fue el turno del reporte titulado “Divided we Stand”, profundizando las causas del aumento en la desigualdad. Hoy asumimos principalmente una definición de desigualdad basada en diferencias de ingresos, pero son varias las interrogantes que debemos relacionar al debate: ¿Qué entendemos por desigualdad?, ¿Debe ser el foco de la política pública combatirla?, ¿Debe ser la misma estrategia tanto en países desarrollados como no desarrollados?
La definición de igualdad y desigualdad es sin duda el punto central. Diferentes definiciones de ella conducen a distintas decisiones de políticas públicas. Si la definición es potenciar la igualdad de oportunidades, el camino será la educación y acceso al trabajo digno. Si la definición es la igualdad de ingresos, para algunos el foco será la redistribución. Por ello, antes de avanzar en la estrategia ante la desigualdad, debemos tener un debate a fondo sobre qué tipo de igualdad queremos para Chile. Sin debate o acuerdo sobre las definiciones previas, la estrategia ante la desigualdad se transforma en una discusión sin sentido. Creo con convicción que el objetivo a lograr es la igualdad de oportunidades, donde el mérito individual es el que genera la diferencia. En su estudio por cohortes generacionales, Claudio Sapelli nos muestra que en las nuevas generaciones la distribución del ingreso está mejorando como consecuencia del acceso a la educación superior. En relación a la estrategia a seguir, debemos diferenciar entre países desarrollados y en vías de desarrollo. La OCDE llama a la acción directa contra la desigualdad, promoviendo un crecimiento económico con un componente de mayor redistribución e inclusión. Si el llamado es a mejorar la distribución de ingresos, el foco debieran ser los desarrollados, ya que los países subdesarrollados y en vías de desarrollo tienen aún otra tarea: disminuir la pobreza y lograr que más personas accedan a oportunidades. Aun cuando seamos parte de la OCDE, no somos parte de los países ricos. Es prioritario entonces mantener el foco en el combate a la pobreza y en la generación de igualdad de oportunidades dignas y relevantes, verdaderos motores de movilidad social.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Reforma tributaria: ¿Qué pasó con las pymes?

Columna La Tercera Finalmente, ingresó a trámite al Congreso la reforma tributaria. Una reforma que viene a introducir modificaciones al sistema tributario en una profundidad que no vimos en las últimas dos décadas, y cuyo punto más destacable es la rebaja de la carga tributaria de las personas, que en Chile alcanza hoy niveles demasiado altos. El Presidente Piñera abrió el debate para dos reformas: la educacional y la tributaria. En la primera, el consenso es amplio. En la segunda se ha centrado el debate. Muchos en la UDI hemos sido contrarios a una reforma tributaria, particularmente porque creemos que los recursos necesarios para modificar el sistema educacional chileno pueden ser obtenidos por otras vías. Ahora bien, dado que ya se ha abierto el debate, existen aspectos necesarios de destacar. Dentro de las medidas que se plantean, están ciertas rebajas a los impuestos que pagan las personas, algo que hemos pedido en reiteradas oportunidades al gobierno, porque creemos necesario aliviar la carga a la clase media. En este sentido, la rebaja al impuesto al endeudamiento o impuesto de timbres y estampillas y el crédito contra gastos en educación que tendrán las familias, sumado a la rebaja al impuesto específico a los combustibles, corresponden a iniciativas que van en ayuda directa a los bolsillos de miles de chilenos. Sin embargo, en lo que respecta a aumentar la recaudación del Fisco, la reforma al sistema impositivo propuesta por el Ejecutivo contempla alzas en las que las más afectadas serán las pequeñas y medianas empresas. En términos generales, nos preocupa que el aumento de 17% a 20% al impuesto de primera categoría signifique: 1) Dar al país la señal de que para resolver los problemas de la sociedad hay que subir los impuestos; 2) que se asuma que la recaudación o lo que paga el emprendimiento en Chile es bajo. Ambas cosas son erróneas. Por eso, enfrentados a una reforma que no queríamos, pero que estamos dispuestos a estudiar en su mérito, nos preguntamos: ¿Qué pasará con las pymes? Como respuesta se plantea que la rebaja del impuesto de timbres y estampillas sumado a la rebaja de los impuestos a las personas son los apoyos a éstas. No nos parece suficiente: proponemos incorporar medidas tales como la ampliación de la cobertura del artículo 14 quáter de la Ley de Impuesto a la Renta, extendiendo los beneficios de reinversión de utilidades sin pago de impuestos, y simplificando los requisitos para acceder al sistema, como, por ejemplo, liberando a las empresas del requisito de tener contabilidad completa. Además, queremos facilitarle los trámites relacionados con los impuestos, mejorando la asimetría que existe hoy entre las pequeñas empresas y el Servicio de Impuestos Internos. Por ello, el cuidado que se debe tener al fijar nuevas facultades para el SII debe ser enorme. ¿Son suficientes estas medidas? No, pero son un punto de partida que nos permite recordar que las empresas de menor tamaño son las que más empleo generan en la economía, aportando casi el 65% de los puestos de trabajo del país, según la encuesta Casen 2009. Sin duda, esta es una buena reforma para las personas. Queremos que también lo sea para los emprendedores y para las pymes.

viernes, 4 de mayo de 2012

El inevitable rito anual del salario mínimo

Columna Diario Financiero Año tras año, mayo nos presenta un escenario marcado por una suerte de populismo y poca seriedad para enfrentar el tema del reajuste al salario mínimo. La celebración del “Día del trabajo” sirve como tribuna para políticos y dirigentes que parecieran buscan aprobación y popularidad, antes que ganas de hacer un esfuerzo por presentar una propuesta que institucionalice y cree un mecanismo que regule todos los años este reajuste. Sin duda estos llamados obvian tanto el buen panorama en que nos encontramos como país, como los malos índices de empleabilidad que viven otros países, y pueden llegar a inducir malos resultados. Nuestra ministra del Trabajo nos ha enviado un correcto mensaje al señalar que es necesario cuidar los empleos que se han creado, los que a pesar de los pronósticos de los mas escépticos, han aumentado en más de 700 mil durante este gobierno. Debemos tener cuidado en el debate. Lo ético hoy es asegurar que cada familia tenga un ingreso mínimo que sirva como piso para vivir su vida con dignidad, cuidando no perjudicar la empleabilidad, ya que por querer jugar con colores populistas, podemos dejar fuera del sistema a muchos, especialmente a los más pobres y con menor calificación. La propuesta para abordar esto con la seriedad necesaria, consiste en institucionalizar un mecanismo ordenado que trabaje sobre la base de criterios objetivos y técnicos, acotando así el marco de acción política, un rayado de cancha. El desafío es encontrar un mecanismo para institucionalizar y acotar el salario mínimo. En años anteriores se ha discutido en la comisión de salario mínimo, en la comisión de hacienda y con organizaciones de trabajadores como la CUT, diversos criterios y propuestas para el reajuste del salario mínimo de cada año. Buscando dar una solución a este debate político anual, parlamentarios hemos planteado la idea de institucionalizar el debate, creando un mecanismo que regule a partir de ciertos criterios el reajuste al salario mínimo. A continuación tres criterios centrales que debieran ser parte de un nuevo marco institucional para estos temas: 1. Inflación: el reajuste debiera considerar la variación anual de la inflación, ya sea pasada o futura (siempre usando la misma), de forma tal de mantener el poder adquisitivo de las personas. 2. Productividad: la modificación del salario mínimo debe incorporar la variación anual de la productividad. Sin duda que aumentos en la productividad media (u otra medida) debieran reconocerse también en la modificación del salario mínimo. Si la productividad decae, aumentar más allá de la inflación no sería una buena decisión. 3. Contexto macroeconómico: la realidad económica nacional e internacional, en términos de niveles de empleo, crecimiento, y otros, debe ser incorporado como elemento relevante en el análisis y en la decisión. Los próximos dos meses van a estar marcados por el cambio. Ya están en discusión la reforma tributaria, la reforma educacional y el reajuste al salario mínimo. El llamado es a ser responsables frente a la discusión del salario mínimo de los trabajadores chilenos y a buscar un mecanismo institucionalizado que deje las aspiraciones mediáticas de algunos de lado y privilegie buenas decisiones para el país. Sin duda todos quisiéramos que el salario mínimo fuera mayor, pero no debe ser sólo el deseo sino la convicción de tomar buenas decisiones lo que nos debe orientar en los meses que vienen.